Queridos hermanos y hermanas, es un verdadero placer saludarles en esta ocasión especial en la que celebramos la tradicional bajada de la Virgen de El Pino. En esta ocasión, lo hago con un sabor agridulce puesto que, por un lado, me llena de alegría poder volver a encontrarnos en torno a esta fiesta tan importante para nuestra ciudad, tradicionalmente llena de alegría, en la que tantos momentos felices hemos compartido, pero, por otro lado, no puedo dejar de acordarme de todas aquellas personas de nuestro municipio que, a raíz del incendio del pasado año y, especialmente, a causa de la erupción del volcán en Cumbre Vieja, lo han pasado y lo siguen pasando mal y han visto como sus proyectos de vida, de una u otra manera, han sido truncados.

Para los habitantes de nuestro municipio, a los que nos ha tocado vivir en estos últimos años situaciones muy duras, nuestra Madre María debe ser nuestro mayor ejemplo de fe, confianza en Dios, tenacidad, valentía y superación. María  vivió una época convulsa, en un país ocupado por las tropas del Imperio Romano, en un lugar con notables injusticias y pobrezas, en una sociedad marcada por la marginación, además de algunos otros conflictos. Por otro lado, ella tuvo que sufrir y afrontar otras crisis personales y familiares como la que le llevó a dar a luz a Jesús en un establo y colocarlo en el pesebre de los animales, a huir a Egipto escapando de la persecución de Herodes, a sufrir la incomprensión de los suyos y a sentir el dolor más fuerte que una madre puede sentir, ver morir a su hijo.

No fue, por tanto, una vida fácil la de la Virgen María. Sólo la fe en Dios le permitió ir afrontando los retos y desafíos que se le iban presentando. Fue por esa fe, por la que María dijo SI nuevamente al encargo de su hijo agonizante en la cruz “mujer ahí tienes a tu hijo” aceptando, incluso en el peor momento de su vida, el gran reto de convertirse en la Madre de todos nosotros. A lo largo de la historia María nos ha manifestado su cercanía y amor de Madre haciéndose presente en momentos difíciles, en Fátima, Lourdes, etc. Estoy convencido de que nuestra querida Madre de El Pino, también está con nosotros hoy en nuestros corazones para ayudarnos ante esta dura prueba y también en la reconstrucción de nuestro valle.

Estimados vecinos, María nos invita a seguir su ejemplo, confiar siempre en Dios y no desfallecer ante las dificultades. Que estas fiestas nos sirvan para acercarnos a María con la confianza puesta en que ella, como Madre, está cerca, nos espera siempre, en nuestras alegrías y también en el silencio de nuestras dudas e incertidumbres, para acompañarnos, para sanarnos, darnos fuerzas, luz y sabiduría para afrontar el futuro con esperanza.

Pidamos su intercesión para que esta bajada tenga la alegría e ilusión de siempre, pero también para que la vivamos con la responsabilidad y sensatez que no debe faltar nunca en nuestras vidas.

Un cordial saludo, lleno de los mejores deseos para estas fiestas de la Bajada 2022.

Vuestro párroco: Domingo Guerra